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El Dr. Javier Gortari, ex rector de la UNAM y actual representante de esa casa de estudios en la RIDDHH-CIN, compartió sus apreciaciones a propósito del seminario de posgrado para docentes universitarios que por estos días impulsan la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación junto a la red.

El docente e investigador Javier Gortari es licenciado en Economía por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP); magister en Gerencia y Administración de Programas Sociales por la Universidad Nacional de Misiones (UNAM); y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Fue Rector de la casa de estudios misionera por dos períodos (2010-2018) y actualmente integra allí el Consejo Superior por el claustro docente, además de representar a la institución en la Red Interuniversitaria de Derechos Humanos del Consejo Interuniversitario Nacional (RIDDHH-CIN). En este espacio, es miembro de la Comisión Ejecutiva por el Consejo de Planificación Regional de la Educación Superior (CPRES) Región NEA; e integrante de la Comisión de Formación.

Gentilmente, Gortari compartió algunas apreciaciones a propósito del lanzamiento del Seminario de Posgrado “Derechos Humanos: Fundamentos y Perspectivas”, instancia gratuita destinada a docentes universitarios/as (ya se registraron más de 1700 inscripciones), que dará inicio en mayo con una duración de diez semanas, y es impulsada por la RIDDHH junto a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

Nuestro diagnóstico a partir de los debates en la Red, es que si bien hay un cierto sentido común respecto a la formación docente en derechos humanos, en términos del significado de las violaciones y crímenes de la última dictadura, en general consideramos que falta trabajar la temática más sistemáticamente”, expresa a modo de evaluación previa.

Sobre las maneras de hacer posible ese trabajo pendiente, Gortari se refiere a “dos sentidos: por un lado, es necesario y deseable que la problemática se trabaje no sólo en la línea del Nunca Más al terrorismo de Estado, sino en clave de ampliación permanente de derechos, para fortalecer la democracia y legitimarla cada vez más”. Esto implica “profundizar la política de Memoria, Verdad y Justicia en los claustros, pero además dar el debate y la batalla cultural por un proyecto de país inclusivo y con un desarrollo soberano y ambientalmente sostenible”. En esta línea, el docente entiende “al terrorismo de Estado como indisolublemente asociado a un proyecto subordinado a los grandes poderes mundiales y a la oligarquía industrial, terrateniente y financiera local que gerencia ese modelo y es la beneficiaria privilegiada”.

El otro sentido para encausar la tarea formativa pasa por “procurar instalar curricularmente, aunque también desde la investigación, la extensión y la transferencia, a los derechos humanos en las diferentes carreras y cátedras de modo que no sea un tema reservado a las ciencias sociales, sino que atraviese todas las disciplinas como concepción y sentido del qué, el cómo, el para qué y para quiénes del conocimiento y la tecnología”. En suma, la cuestión pasa por “pensar el ejercicio profesional y la ciencia en el marco de un país con integración social y territorial, con conciencia latinoamericanista, con respeto a la diversidad étnica y de género, cuidadoso de la naturaleza y su heredad para las próximas generaciones, en un camino permanente de profundización democrática”.

En cuanto a prejuicios y falencias conceptuales en torno a los derechos humanos en las universidades públicas, Gortari señala una “conceptualización como parte de la historia y de las truculencias políticas del siglo pasado, como algo que ya pasó, aún con las reparaciones a las víctimas y los juicios y las memorias pendientes”. También repara en que “no en pocos casos es abordado como consecuencia de un supuesto caos peronista de los años 70 y de la amenaza guerrillera a la vida democrática de entonces”. En síntesis, cree que resulta más sencillo y “más de sentido común, ver la cuestión de la dictadura y su plan sistemático de exterminio en el marco de la teoría de los dos demonios que la partidocracia pos dictadura buscó instalar, como modo de exculparse de sus propias responsabilidades en ese proceso, sea por acción u omisión”.

Para Gortari “esa discusión no está saldada y más allá de lo ideológico de esa postura, lo grave es que no permite ver las derivaciones presentes del proceso dictatorial, como que la democracia ya saturó todas las heridas”. En consecuencia, “eso impide debatir el proyecto de sociedad y de país que queremos construir, en sentido contrario al modelo neoliberal que estructuró la dictadura, además de naturalizar nuestra dependencia nacional y la desigualdad social”.

En definitiva, “estudiar, debatir, investigar, difundir la problemática de los derechos humanos en Argentina, más allá de esclarecer situaciones criminales ocurridas durante la dictadura, nos tiene que llevar a indagar sobre sus derivaciones en el presente que están tan vigentes. Y plantearnos, en clave ciudadana contemporánea, cuáles son los caminos a recorrer de deconstrucción y reconstrucción de sentidos y prácticas, en pos de una democracia de mayor intensidad”.